Manifiesto

Cada inicio de curso escolar se celebra una reunión de todos los docentes que forman parte de la escuela o el instituto. Como ya es tradición, el director realiza una charla para inaugurar el curso académico y para explicar los proyectos que tenemos por delante durante ese año. A esta reunión se le llama claustro de inicio de curso. 

Este curso escolar 2020-21, todos los directores de todos los centros educativos dijeron lo mismo: “Este año no tenemos proyectos educativos, el proceso de aprendizaje queda en un segundo plano, el único proyecto que hay encima de la mesa es seguir los protocolos que nos marca el departamento de sanidad para no contagiarnos de covid, ni nosotros, ni nuestros alumnos. Los objetivos pedagógicos van a ser sustituidos por objetivos “sanitarios”. Es más, os pedimos que organicéis todo vuestro temario para poder ser impartido de manera telemática en cualquier momento.”.

Este protocolo “sanitario” implica tomar la temperatura a todos los alumnos al entrar al centro educativo, obligar a lavarse las manos con gel hidroalcohólico al llegar al aula, ya sea porque el alumno viene del patio o porque simplemente ha ido un momento al lavabo, desinfectar el sitio de trabajo al terminar la jornada y lo que es más grave: asegurar que todos los alumnos llevan la mascarilla tapando boca y nariz, en todo momento y en cualquier sitio, y en caso contrario amenazarlos con una incidencia grave.

Vamos a ver! Un alumno en crecimiento necesita 3 veces más oxígeno que un adulto. Eso hace que termine el día con dolor de cabeza y mareos. Los neurólogos ya han advertido que la falta de oxígeno frena el crecimiento neuronal. Si los docentes obligamos a los alumnos a estar horas y horas con la mascarilla puesta, esto sólo tiene un nombre: tortura. Y si el alumno es menor tiene un nombre aun peor: tortura infantil. Eso hace que no podamos seguir estos protocolos porque nos convertimos en cómplices necesarios de esta tortura. Pero muchos de los docentes tenemos miedo de ser expedientados si no seguimos los protocolos, y así perder el empleo, nuestro hogar y no poder alimentar a nuestra familia.

¿En qué momento dejamos de ser docentes para convertirnos en policías o enfermeros? 

Fuímos muy pocos docentes que nos negamos a seguir estos protocolos. Los pocos docentes que nos negamos hemos sido señalados por nuestros compañeros; amenazados con ser expedientados y perder nuestro empleo. Esta situación ha hecho que muchos de estos docentes se hayan visto obligados a coger la baja médica por ansiedad que les produce toda esta situación injusta y criminal.

Es por todo esto que las familias deben saber que sus hijos no están seguros en las escuelas con toda esta normativa impuesta desde arriba. De hecho, ya se han registrado niños fallecidos por llevar la mascarilla en Alemania. Y que somos muy pocos los docentes que hemos perdido el miedo a perder el empleo, y por lo tanto no cumplimos los protocolos. La mitad de los docentes cumplen los protocolos por miedo a perder el empleo, y la otra mitad los complen por miedo a contagiarse del virus, porque se han creido todo lo que dicen los medios de desinformación. En realidad nadie quiere nada de todo esto, nadie quiere vivir así.

Si eres padre o madre, ¿de verdad quieres llevar a tu hijo o hija a la escuela en estas condiciones?

Si eres docente, ¿de verdad vas a seguir unos protocolos que dañan la salud de tus alumnos? Luego no valdrá decir que “yo sólo seguía protocolos de arriba”.

Está claro que la mascarilla daña la salud de nuestros alumnos por falta de oxígeno y exceso de CO2. Pero es que además, la mascarilla es contraria al aprendizaje porque no nos permite ver la mitad del rostro de los alumnos. Eso elimina el lenguaje no verbal. No podemos saber hasta qué punto un alumno entiende lo que decimos o no, porque no podemos ver su rostro.

Los estudios en neurociencia explican que sólo aprendemos aquello que realmente nos apasiona y nos emociona. Con la mascarilla se elimina la sonrisa de nuestro rostro y eso elimina la empatía y la conexión emocional; que son claves para emocionar a los alumnos con aquello que están aprendiendo; por lo tanto, la mascarilla elimina la posibilidad que el alumno pueda aprender nada de una manera que perdure en el tiempo. Además, la distancia social rompe el juego y las relaciones entre ellos, que es clave para que un alumno pueda aprender de otro. 

La conclusión de todo esto, es que los docentes no podemos hacer bien nuestro trabajo con todos estos protocolos. Si realmente hubiera una pandemia real y peligrosa, es imposible garantizar el derecho a la salud y al mismo tiempo garantizar el derecho a la educación; son dos derechos imposibles de garantizar a la vez.

Entonces, ¿por qué se está haciendo todo esto?

No lo podemos saber con seguridad, pero intuimos que cualquier excusa va a ser buena para arrebatarnos la libertad. Hoy es una excusa sanitaria, pero mañana será la excusa del cambio climático. Y lo único que nos va a salvar será el pensamiento crítico. No dar por bueno lo primero que escuchamos: investigar, contrastar, buscar contradicciones es la única manera de llegar a la verdad. Y la verdad es el único camino a la libertad.

Por ejemplo:

¿Por qué en tu casa no te puedes reunir con más de 6 familiares, pero en el metro no hay problema si viajas con 40 desconocidos en un mismo vagón? ¿Por qué las muertes por gripe este año han casi desaparecido en comparación con los otros años?¿Por qué el 80% de las muertes por Covid se dieron en residencias de ancianos con una edad media de 86 años? ¿Por qué en el bar se permite ir sin mascarilla pero en las aulas es obligatorio? ¿Por qué los niños deben llevar mascarillas si su ratio de contagio es inferior a 1 y prácticamente no existen muertes por covid en niños?

Hay 3 instituciones oficiales que cuentan los fallecidos: INE, Instituto Carlos III, Ministerio de Sanidad. ¿Por qué las cifras de fallecidos no coinciden en este 2020, pero sí en los años anteriores?

Si el virus es tan contagioso y tan mortal, ¿por qué no hacemos todas las clases de manera telemática? Si el virus fuera tan contagioso y tan mortal, ¿por qué la gente no se muere por la calle? Ah! ¡Porque llevamos mascarilla! ¡Es verdad!

Y entonces, ¿por qué no pasó nada en Berlín después de la manifestación del 1 de Agosto donde acudieron más de 1 millón de personas sin mascarilla?

¿Por qué en los países que no hicieron confinamiento y no llevan mascarilla no tienen más contagios que en España? ¿Nadie se ha preguntado qué hacían los militares en la rueda de prensa de marzo, en plena crisis sanitaria?

Esto es el pensamiento crítico: dar respuesta a las contradicciones con la verdad. Son las preguntas que no quieren que los alumnos se hagan, y son justamente estas preguntas que los docentes por la verdad en activo trabajaremos en nuestras clases. 

Si eres docente, piensas como nosotros, pero no te has atrevido a dar el paso porque te crees que estás solo, te decimos: No estás solo o sola. Apúntate a “Docentes por la Verdad”, trabajaremos juntos para encontrar los recursos legales para desobedecer estos protocolos y ganar un juicio si llegara el caso. Trabajaremos junto con los abogados por la libertad y ganaremos. Todos los protocolos son inconstitucionales y lo podemos demostrar. Apúntate a “docentes por la verdad” y volvamos a la normalidad.