Lucía

«No me vi venir el inicio de curso y para mi fue como un jarro de agua fría cuando la dirección del centro nos avisó que este año la prioridad era no contagiarse más que la educación y esta pasaba a segundo plano, junto a ello se describieron todas las medidas a seguir y yo creí ahogarme, vaya inicio, pero aún y así continué en el instituto, quería ser esa mirada amable para los alumnos, esa única sonrisa en las clases. Cuando me refiero a esa única sonrisa me refiero al hecho de que pude trabajar durante las primeras semanas sin mascarilla, ya que estoy exenta. La acogida por parte de los alumnos fue estupenda, ellos entendieron que no podía usar y estaban contentos de tener una profesora que se le viera la cara

Fue un inicio agridulce cuando la educación es tu vocación y ves en lo que se está convirtiendo en nombre del “bien común ” te estremeces, pero luego vi a mis alumnos felices de tenerme, más reivindicativos que nunca, la presencia de una profesora sin mascarilla les hacía cuestionarse ese “temor al contagio”, quizás por eso duré 3 semanas en el instituto. 

A partir de la segunda semana todo fue a peor, cada día tenia un email de dirección, inicialmente se me “propone el tema pantalla facial” luego email con copia a la inspección, hasta la posibilidad de abrirme un expediente con su posterior expulsión del cuerpo de docentes

Vaya situación la mía, no sabia como iba a llevar todo eso, pero no  me hizo falta tomar ninguna decisión, ya que al día siguiente dos compañeros del departamento dan positivo, y nos envían a casa confinado y PCR obligatoria, que odiosa palabra esa de “OBLIGATORIA” ¿Quién me puede obligar a mi a un procedimiento médico? Me negué entre otros motivos, porque no había tenido contacto con esos profesores en la última semana y allí es donde se desata todo, mis compañeras me acusan de poner en riesgo a su salud, la misma que el día anterior me había dicho que a ella no le daba miedo nada, que ese domingo se iba con sus amigos a celebrar su cumpleaños, la que había estado conmigo en el departamento sin mascarilla, salió corriendo a decir a dirección que me negaba a la PCR, ¡ay Dios! Total que al final confinada y sin PCR y para culminar a media semana me llama la jefa del departamento para decirme que hablará con dirección para que no pueda entrar al departamento sin mascarilla… y así podría contar una detrás de otra… sólo sé que ahora mismo continuo en casa de baja ¡ah! y por cierto, Riesgos Laborales ha revisado  mi caso y aún presentando un informe de excepción no me autoriza a trabajar sin mascarilla.¿Por qué si un médico me hace exenta otro me obliga a llevarla

¿Porque hemos dejado de cuestionarnos las cosas para aceptar la narrativa oficial? ¿Desde cuando un profesor/a de Ciencias Sociales se ha creído una única versión y no ha contrastado información?  

No todo vale, el miedo no puede coartar la libertad del prójimo.

Tengo muchas ganas de volver a trabajar, pero con garantías, la garantía de la libertad, para mis alumnos y para mi.»  

Lucía, docente de Cataluña.